(ANS – Roma)– Después de meses y meses de esfuerzo, con la decisiva contribución de muchos benefactores y la intervención directa del Rector Mayor, el centro salesiano de los huérfanos del Ébola en Freetown ha vuelto a ser lo que siempre había sido: una escuela. "Todos los 250 niños que hemos acogido durante el brote de Ébola han logrado volver a casa", declara orgulloso el P. Jorge Crisafulli, Inspector de los Salesianos en África Occidental Anglófona.
por Gian Francesco Romano
"El ‘Don Bosco Interim Child Care Center’fue cerrado, porque hemos logrado la reunificación de los niños con sus familias extendidas, con un tío, un abuelo... o familias adoptivas. El compromiso de nosotros salesianos ahora, para los próximos tres años, es acompañar y apoyar a estos niños y a sus familias, asegurándonos de que están bien tratados, que van a la escuela, que son felices...", dice con satisfacción el inspector.
La voluntad por parte de los Salesianos de anteponer a todo el bienestar de los pequeños ha dado lugar a trabajos e inversiones significativos: "en algunos casos hemos tenido que realizar las gestiones para la construcción de viviendas, ya que tal vez eran 4 o 5 hermanos que perdieron a sus padres: hemos optado por no separarlos, pero tal vez la familia extensa ya tenía 15-20 personas. Luego hicimos algunas viviendas pequeñas: una habitación para los niños, una para niñas, el cuarto de baño, una cocina...".
Mientras que en otros casos los Salesianos tuvieron que intervenir con los abogados, debido a que algunos familiares y conocidos de las víctimas del ébola se habían apoderado de los terrenos y las propiedades que legalmente pertenecían a los niños huérfanos.
En estas circunstancias, o cuando la reunificación con los miembros de la familia no era posible por diversas razones, los niños son confiados a algunas familias adoptivas, que han tomado la responsabilidad legal. "Ya sabíamos que algunas familias a través del proyecto del ‘Don Bosco Fambul’, que atiende a niños de la calle y en situación de riesgo; una vez contactadas, algunos han dado la disponibilidad para uno, dos, tres niños... Obviamente en estos casos no dejamos a las familias solas: las acompañamos y se les da por tres años el mismo apoyo para la alimentación, la matrícula escolar y la atención de salud que corresponde a las familias extensas que acogen huérfanos".
Explica el P. Crisafulli: "durante la fase de infección había organizaciones que sólo estaban preocupados de encontrar un pariente cercano a los niños huérfanos y de entregar a los menores junto con un saco de arroz. Nuestra estrategia fue diferente: siempre hemos tratado de lograr un proceso de sanación holística, un camino más largo. Los niños en nuestros centros permanecieron todos entre los 3 y 6 meses, seguidos por los salesianos, educadores, trabajadores sociales, con un tratamiento que incluía la recuperación física, emocional y psicológica".
Los salesianos y sus colaboradores también han seguido cursos de formación para ayudar a los niños traumatizados por el Ébola, por el luto los padres, por el estigma del contagio; y luego han utilizado las herramientas que mejor conocen y que han demostrado su eficacia una vez más: los métodos y los instrumentos del oratorio, los recursos propios de la tradición salesiana, utilizados esta vez no sólo para educar y entretener, sino para sanar. Así, música, danza, canto, deportes y juegos malabares. "Dos veces a la semana, hubo un curso de trucos de magia, una tarde nos fuimos en bicicleta, otra había música y las lecciones escolares han seguido todas las mañanas, mientras que las escuelas del país fueron cerradas... Había todo un programa integrado, con acompañamiento individual, reuniones de grupo, terapia de manejo de la ira... también se hizo mucha terapia de diseño. Cuando se pedía a los niños representar qué los había afectado, siempre diseñaban la ambulancia, o los padres que yacían muertos...; pero si se les pedía representar a sus modelos, un signo de esperanza, una nueva etapa en sus vidas, señalaban los médicos, enfermeras... que eran los héroes de Ébola".
Todo este gran esfuerzo humano y organizativo no habría sido posible sin el uso de grandes recursos financieros. "Inicialmente el dinero provenía directamente por iniciativa del Rector Mayor. Luego mi gran preocupación era que, una vez que el Ébola hubiera desaparecido de los medios de comunicación, todo el mundo nos olvidara. Pero siempre estuvo el Rector Mayor para asegurarnos de que seguiría apoyándonos, que no seríamos olvidados. Y para agradecerle ahora estamos pensando en organizar un encuentro entre Don Ángel y los chicos ayudados durante esta crisis".
Al final de esta terrible epidemia Don Crisafulli logra encontrar también algunos signos de esperanza: "con la epidemia se ha entendido la importancia de acompañar a los enfermos de manera integral, y también se han hecho avances en la prevención y la atención: en agosto de 2014, la tasa de la mortalidad entre los infectados fue de 80-90%, al final en cambio había caído a un 40%, gracias al acompañamiento humano, psicológico e incluso espiritual".
La eficacia de las operaciones en contraste al Ébola surgió de la cooperación entre las diferentes partes activas en el campo: "No se puede hacer frente a una epidemia de este tipo y nivel solo. Al principio, cuando comenzaron los primeros contagios, dimos los primeros pasos solos, creamos una task force de nivel nacional e inspectorial, pero sin otras conexiones con otras realidades; luego todos nos dimos cuenta que era imposible continuar así. Y hemos respondido al llamamiento de los obispos, hemos trabajando con otras organizaciones aportando nuestra contribución específica en el ámbito de la prevención y la educación. Y a partir de agosto de 2014 y hasta la fecha hemos crecido mucho en la creación de redes, también con las grandes agencias internacionales, como UNICEF, el Programa Mundial de Alimentos, Médicos sin Fronteras...".
Sobre todo la epidemia ha mostrado el liderazgo y la generosidad de los jóvenes, que en muchos casos han arriesgado sus vidas para salvar las de los demás: "Los jóvenes, con los médicos y enfermeras, fueron los héroes contra el Ébola. No ha sido solamente el grupo Josephat, el exalumno musulmán que hacía prevención con otros amigos. También hablo del Movimiento Juvenil Salesiano. Fueron los primeros en salir, incluso antes de nosotros, los salesianos, antes de la intervención de los obispos ya estaban en las calles, en los mercados, distribuyendo folletos informativos y también preparando sketches y canciones para explicar cómo prevenir la infección. La primera canción contra el ébola pasada por la radio era de los muchachos del MGS".
El testimonio de los jóvenes hoy se mantiene como un válido ejemplo de solidaridad, de compromiso caritativo y también de fe. El P. Crisafulli concluye: "Recuerdo muy bien cómo decían: ‘mejor salir fuera y morir infectados haciendo algo bueno por los demás, que esperar a morir de miedo al escuchar las noticias en la televisión'. En algunos casos tal vez se arriesgaron demasiado. Pero desde el principio, ya desde aquella vídeo-conferencia con Don Ángel, el Rector Mayor, hemos pedido la bendición de María Auxiliadora y hemos confiado mucho en su protección, recordando lo que le dijo a Don Bosco a sus muchachos cuando se produjo la epidemia de cólera en Turín: ‘si usted confían en María Auxiliadora, no les pasará nada'".
(Traducción, Andrés Felipe Loaiza, SDB)
Publicado el 23/10/2015