También estuvieron presentes varias autoridades públicas entre los cuales había algunos representantes del gobierno malgache.
Más de 12.000 fieles abarrotaron el área preparada para la Celebración y, por razón del gran número, las zonas circunstantes. La celebración, que comenzó a las 8 de la mañana concluyó a las 14.00, estando amenizada toda ella con una liturgia muy viva y activa típica del mundo africano. Fueron muy significativos los gestos realizados al final de la celebración que expresaron, según la tradición local, la acogida por parte de los fieles y de la Diócesis de su nuevo pastor: Mons. Vella fue revestido con dos mantos como un personaje real y, sentado en una silla preparada para el acto, fue llevado en procesión por los fieles.
El doctor Alessandro Cévese, Embajador de Italia en Madagascar, en una carta de felicitación dirigida a Mons. Vella, y expresando su alegría y conmoción, decía: “Las condiciones de pobreza y sufrimiento en las que vive gran parte de la población local hace que la obra realizada por la Iglesia sea todavía más importante. Estoy convencido de que el nuevo Obispo no será solamente aquel guía espiritual del que todos tienen necesidad, sino que sabrá escuchar las necesidades de la gente y ser su intérprete. Me dirijo a él, ante todo como hermano italiano en una tierra que ha podido beneficiarse de una extraordinaria aportación de muchos de mis connacionales, religiosos o no religiosos, que han elegido la gran isla malgache como su tierra adoptiva".
Don Vito Luigi Perrelli, Inspector ISI, en una carta ha recordado los inicios de la presencia misionera de los Salesianos y de don Vella llegado "a Madagascar, lleno de energías jóvenes pero con el ardor del lema y del espíritu de Don Bosco: Da mihi animas coetera tolle. Llevaba en el corazón el sol de su tierra de Sicilia y el fuego del volcán Etna, que lo hacían, ya desde joven, lleno de vitalidad. Indomable en la capacidad de trabajar sin reservas y siempre con gran alegría y una sonrisa que conquista los corazones".
Muy apreciado, pues, por todo lo realizado, Mons. Vella, juntamente con todos los salesianos italianos malgaches, primero en Ankililoaka, posteriormente en Betafo, y también la que ahora es su Diócesis de Ambanja, y, sobre todo, en aquella verdadera frontera misionera que es la obra de Bemaneviky.
Publicado el 21/12/2007
