Ayer 12 de febrero, después de 30 días del terremoto, se ha llevado a cabo una jornada de luto, de ayuno y de oración por las víctimas. La iniciativa ha sido promovida por el Gobierno y sostenida por varias comunidades religiosas y cíviles. La vida en la ciudad debastada se ha paralizado. También los comerciantes callejeros, improvisados después del terremoto y los empobrecidos después de las penurias desaparecieron ese día.
La gente, vestida de blanco ha colmado los espacios contiguos a las Iglesias porque en la mayoría no se puede entrar porque están inservibles. Una eucaristía ha sido celebrada en la plaza delante de la catedral. Cantos y oraciones han invadido las calles y en algunas zonas han sobrepasado los rumores de la ciudad. Al final, con profunda dignidad la gente ha entrado de nuevo en las casas, para quienes han tenido la fortuna de haberla en buen estado o sino en la propia carpa, si la suerte se la ha concedido o sino como en los barrios pobres, en los tugurios.
Desde el alto de Puerto Príncipe parecía una ciudad como tantas otras. Acercándonos al suelo, si iniciamos a recorrer las manchas grises de los escombros y los varios recuadros de tiendas oficiales e improvisadas de diversos materiales parece llena de dolores.
El desalojo de los escombros está todavía en camino y, ciertamente, requerirá todavía mucho tiempo. Las ruinas de las casas, palacios de gobierno y monumentos parecen contar los sufrimientos, el dolor y la agonía de quien con ellos ha visto transformar en humo aquello poco que tenía. Tantas historias que por casualidad, coincidencia u oportunidad, han llevado a la muerte o a la supervivencia.
Una ciudad inmensa. Una tragedia grande. Un imponente vehículo de primeros auxilios que, no obstante el empeño y el trabajo indefenso de los obreros, parece no haber llegado a todos los lugares de Puerto Príncipe. Un país donde la crisis económica de los últimos años no había sido advertida…. Sólo porque ya la vivía desde hacía años.
Haiti deberá ser el corazón del mundo por mucho tiempo. Quizás, las otras naciones, sobre todo aquellas del occidente desarrollado, se detengan cada “12” del mes para recordar a esta pobre gente.
Publicado el 13/02/2010