Y es así que también Sunyani tiene su slum. No son seguramente los números de Río de Janeiro o de Nairobi, pero las condiciones de vida son parecidas a aquellos que el padre Zanotelli describe cuando cuenta de Korogocho.
En Sunyani se llama "Zongo". Es una zona entre el viejo mercado ciudadano y el "Wednesday market", el mercado regional que se realiza cada miércoles. No se sabe desde cuando se ha creado la descarga de basuras de ambos. Sobre aquellas colinas de basuras crece Zongo.
Crece porque obviamente no hay planos reguladores para disponer la suerte de personas que no son originarias del lugar, y que se conforman con cualquier cosa porque ya han huído de condiciones aún más precarias de aquellas que encuentran aquí.
La mayoría es de origen musulmana e islámica; es el estilo de vida social, religioso, secular que se respira en Zongo.
A unos pocos kilómetros de distancia está el "Don Bosco Boys Home". En Sunyani no hay multitudes de jóvenes de la calle perseguidos por la policía, hay muchos jóvenes dejados solos, espejo de familias en dificultad o sencillamente inexistentes. "Boys Home" es su casa, donde unos treinta de ellos, a veces más otras menos, viven permanentemente; para muchos otros es el punto de referencia para los problemas de escuela, salud y sobre todo porque necesitan desesperadamente alguien que sea amigo de ellos, que se haga responsable, que los considere como personas, como hijos.
Han sido ellos, los jóvenes, que como un imán han atraído a los salesianos hacia Zongo. Hace ya dos años una joven voluntaria de Polonia que ha vivido dos años en el "Boys Home", sensible entre sus jóvenes a los más pobres, ha empezado a frecuentar Zongo y a crear un oratorio móvil, donde la descarga de la basura permitía recortar algunos pocos metros cuadrados de campito para encontrarse, jugar, estar juntos.
Este verano se ha intentado un paso más audaz. Han sido contactados el Iman y los otros ancianos, como puntos de referencia de las comunidades de inmigrantes, cuya procedencia es variada por tribus de origen y lenguas, aunadas por la renta cero. Se les ha hablado del verano para jóvenes, del "holiday camp", y la reacción no ha sido solamente positiva, sino entusiasta.
Así en lugar de orientar y acoger a los chicos de Zongo al "Boys Home" se ha llevado el verano para jóvenes al centro donde habitan ellos; los chicos de Odumase, Adentia y de la misma "Boys Home" han realizado al mismo tiempo sus actividades veraniegas comprmetiendo en total a más de 1.500 personas.
La pequeñísima escuela elemental puesta a disposición desbordaba cada día más porque era imposible terminar en el "número cerrado" que el Iman y los ancianos habían previsto.
Fuera de la escuela, al campito que la voluntaria encontró hace dos años, se ha sumado algún metro más cubriendo la basura con el aserrín que las carpinterías del mercado de la madera tiran en Zongo. Los ingredientes son los mismos aquí que aquellos de cada verano para jóvenes en Ghana: estar juntos en amistad, con momentos de animación y juegos y lecciones de apoyo, sobre todo de inglés y matemáticas que son las dos "bestias negras" de los estudiantes de cada grado, momentos formativos y de oración.
La oración fue guiada por turno por los mismos jóvenes y partía los primeros días con la clásica primer "Sura" del Corán que inicia cada oración musulmana, seguida por otros versos cantados que se aprenden desde niños. Cuando los jóvenes han descubierto que entre ellos también había un pequeño grupo de cristianos, todos han aceptado aprender el Padre Nuestro: el Corán y el Padre Nuestro han caminado del brazo al inicio y al final de cada día.
Durante el momento formativo los animadores y los jóvenes han compartido las historias contadas por los ancianos de la comunidad.
Uno de los días más importantes ha sido la excursión, con el camión de la carpintería y todas las pick-up y pullman disponibles, los jóvenes del "Don Bosco Boys Home" y del "Zongo Holiday Camp" han sido llevados al "Don Bosco Technical Institute" de Odumase. Aquí Moisés y Juan Bosco, dos novicios salesianos de Nigeria, han organizado las olimpíadas.
Para los jóvenes tener todo un campo deportivo a disposición ha sido como vivir un sueño. Las jóvenes, con su velo alrededor de la cara, una vez terminada las competencias, continuaban haciendo el recorrido de los cien metros, decenas de veces. En Zongo no hay ni diez metros en los que se puedan correr libremente porque el vertedero de basura no permite tales espacios, sólo hay pequeñas sendas tortuosas donde hacer el slalom entre trozos de vidrio y alambres.
La experiencia del "Holiday Camp" ha dejado, como herencia, el deseo de conocerse de una manera nueva. La policromática y marginada comunidad musulmana de Zongo ha encontrado cristianos a quienes poder confiar sus hijos, lo más precioso que tienen, en un clima de confianza y apertura, sin posturas de extremismo, fanatismo o intolerancia con los cuales a menudo se presentan quienes se identifican con el Islam. Generalizaciones y prejuicios que impiden un correcto conocimiento de una civilización, tradición y religión que tiene 14 siglos de historia y que es diversificada como la realidad cristiana.
Para quien ha participado en la animación del "Zongo Holiday Camp" ha sido una experiencia muy formativa, en contacto con los más pobres, durante la cual se ha conocido Alima, Alhassan, Silifatu... se han encontrado rostros, nombres, historias de vida a quienes brindar amor, venciendo prejuicios y barreras pesadas y endurecidas por las diversas pertenencias étnicas.
Lo que queda, sobre todo, es una semilla nueva de esperanza en el corazón de cada uno. Un remedio eficaz en cualquier situación de conflicto, de marginación, de diferencia entre grupos; un remedio que parte del considerar al otro como persona humana. Don Bosco lo entendió a la perfección: empezar por los jóvenes.
Ésta es la característica de la misión salesiana
Publicado el 28/09/2009
