(ANS – Río de Janeiro)– La agenda de la Jornada Mundial de la Juventud de ayer 27 de julio, fue intensa. La palabra de Papa Francisco estuvo al centro. Lo demostró, en particular, con sus dos discursos a los obispos de Brasil y a los jóvenes reunidos en Copacabana para la vigilia de oración. Dos discursos que contienen directrices para los pastores y para los jóvenes, y útiles también para educadores y evangelizadores.
La invitación al diálogo vuelve en dos circunstancias. En su homilía a los obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas asistentes a la JMJ, el Papa, después de haber insistido sobre la llamada de Dios y la llamada a anunciar el Evangelio, indicó un tercer aspecto de la vocación específica, la cultura del encuentro: "Los quisiera casi obsesionados en este sentido. Y hacerlo sin ser presuntuosos, imponiendo «nuestra verdad», más bien guiados por la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla". Y a los dirigentes reunidos en el Teatro Municipal de Río de Janeiro, primero con una mirada al pasado, la importancia de la tradición cultural y luego al futuro para una responsabilidad solidaria, les dijo "considero fundamental para afrontar el presente: el diálogo constructivo. Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo, porque todos somos pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad".
Más intenso y programático fue el discurso a los Obispos brasileños, reflexiones y líneas de acción para la Iglesia de una nación que cuenta con más de 194 millones de habitantes, pero que son válidas para cualquier país y realidad pastoral. Papa Francisco extrajo de la historia de los tres pescadores que está en el origen de la devoción mariana de Aparecida algunas conclusiones: "Queridos hermanos, el resultado del trabajo pastoral no se basa en la riqueza de los recursos, sino en la creatividad del amor. Ciertamente es necesaria la tenacidad, el esfuerzo, el trabajo, la planificación, la organización, pero hay que saber ante todo que la fuerza de la Iglesia no reside en sí misma sino que está escondida en las aguas profundas de Dios, en las que ella está llamada a echar las redes", y recordando que la Iglesia no puede alejarse de la simplicidad, agregó, "Aparecida se hizo presente en un cruce de caminos. [...] Dios aparece en los cruces".
Rastreando la historia de la Iglesia en Brasil, y recordando - como afirma el documento final de la V Asamblea General del CELAM - que no estamos en "una época de cambios, sino que es un cambio de época", pidió a la Iglesia que no tenga miedo de salir de su noche. Cinco son los desafíos que la Iglesia en Brasil está llamada a vencer: la formación de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos; la colegialidad y solidaridad de la Conferencia Episcopal; un estado permanente de misión y conversión pastoral; la tarea de la Iglesia en la sociedad; y la Amazonía, considerada como banco de prueba para la Iglesia y la sociedad brasileña.
No menos importante fue el discurso a los jóvenes durante la Vigilia de oración. Una de las playas más famosas y mundanas del mundo, ayer por la noche se convirtió en una gran catedral hecha de piedras vivas.
Las cifras mostradas por los medios de comunicación brasileños hablan de 3 millones; muchos parecen ser los jóvenes, y no tan jóvenes, los que llegaron a Río de Janeiro solo para los actos conclusivos del fin de semana.
Los jóvenes siguieron con viva participación la Vigilia de oración que tuvo como tema San Francisco de Asís y la llamada recibida de Dios: “Ve, y repara mi casa". Una vigilia que propuso testimonios, coreografías y canciones, y después de las palabras del Papa, un momento de adoración eucarística.
El discurso del Papa Francisco, no desprovisto de metáforas juveniles y exhortaciones cálidas y paternales, fue un fuerte llamado a ser discípulos y misioneros. "Incluso hoy el Señor sigue teniendo necesidad de jóvenes para su Iglesia. - Dijo el Papa que, releyendo el repentino cambio de lugar de la vigilia, añadió - ¿No estaría el Señor queriendo decirnos que el verdadero campo de la fe, el verdadero Campus Fidei, no es un lugar geográfico sino que somos nosotros? ¡Si! Es verdad. Cada uno de nosotros, cada uno ustedes, yo, todos. Y, ser discípulo misionero significa saber que somos el Campo de la fe de Dios". Para hacer compresible la metáfora del campo de la fe, luego hizo tres aclaraciones:
Publicado el 28/07/2013