(ANS – Cinkassé) – En el marco de la próxima 142° Expedición Misionera, el padre Antonio Gutiérrez, misionero en Cinkassé hace un recorrido de sus últimos seis años y hace una lectura de la comunidad que lo acompaña y de la disponibilidad que exige la vida misionera. Sobre todo el aprendizaje y la adaptación a la cultura donde se llega.

El padre Gutiérrez parte de un convencimiento “somos una comunidad que trabaja, ora y se desvive por los habitantes de Cinkassé; es Dios el que nos ha permitido un tiempo y una experiencia que jamás habíamos imaginado vivir”. Somos cuatro salesianos. Valerio Zudaire que con ochenta años y una ilusión increíble, dice la palabra oportuna en el momento preciso y es quien anima el oratorio y la familia salesiana, además de misas, confesiones, comuniones a los enfermos, la granja, el deporte y todo lo que llega de improviso.

John es un sacerdote recientemente ordenado. Es colombiano, es el responsable de la pastoral de jóvenes en la parroquia, es ecónomo, director del colegio, da clases, lleva la pastoral de los jóvenes, pasa películas en los pueblos los miércoles por la tarde, tiene tiempo para proyectos, misas todos los días, reuniones con unos y otros, catequesis de confirmación, y hacer que el colegio funcione muy bien.

Hace un año llegó el joven togolés Magliore Kpanouque terminó sus estudios de filosofía y espera ir a teología el próximo año. Está haciendo su experiencia práctica en el colegio donde da un buen número de clases, se encarga del internado, sigue la catequesis, los acólitos, los grupos de niños y acompaña al padre  Valerio a los pueblos cuando va a decir misa.

Y yo, dice el padre Gutiérrez que como párroco me ocupo de seguir las actividades de la parroquia, organizar la catequesis, los sacramentos, la pastoral, los diferentes grupos  y el trabajo de desarrollo en los pueblos, además de las construcciones. Recuerdo haber comenzado con reuniones con jóvenes y adultos para conocer la situación del pueblo. 

He hecho esfuerzos en el aprendizaje de la lengua local, pero no he logrado acabar hablándola corrientemente. Digo la misa y hago las oraciones en lengua local, soy capaz de leer y hacerme entender, pero no tengo el dominio que me hubiese gustado. Quizás es una buena lección para cuando tenga que empezar en otro sitio: dedicarle tiempo al inicio hasta que logre aprenderla. “Una llave abre una puerta, una lengua abre el corazón” dice el padre…

Hay una experiencia muy positiva de acompañamiento a las parejas y ellos son un buen testimonio. El obispo en su visita pastoral nos dijo que quería que ese modelo se extendiera en toda la diócesis. Las construcciones de los pozos han dado un gran beneficio al pueblo, además de los trabajos de alfabetización, compost, reforestación. También las Religiosas Adoratrices se han hecho presentes en nuestra parroquia y tratan de estar cerca de las mujeres con alfabetización, microcréditos y otras actividades.

Todo el deseo es servir a la gente y serles útiles esa es una presencia evangelizadora.

Publicado el 14/09/2011