(ANS – San Benito Petén) – "La educación es la única herramienta que puede cambiar las cosas y no lo digo solo porque soy un salesiano, sino porque lo veo todos los días; pero la educación y la cultura requieren tiempos largos". Así lo afirma el P. Giampiero de Nardi, misionero italiano en Petén, Guatemala. Éstos son algunos apartes de su último testimonio.

He estado en la capital para mis ejercicios espirituales. Estoy teniendo un poco de tiempo para orar y reflexionar sobre lo que he vivido en este año. Debo decir que hice una larga reflexión sobre la pobreza, pensando en todas las experiencias que he compartido este año con los pobres de Petén. En primer lugar, hice un pequeño examen de conciencia y me dije: "He prometido ser pobre. Hice una promesa ante Dios, pero qué pobreza vivo. Yo no puedo definirme como pobre".

La pobreza aquí te golpea en la cara todos los días, el hecho de haber nacido en una parte del mundo es una gran fortuna, de la que no te das cuenta hasta que tocas con la mano lo que significa la palabra "miseria".

El pobre aquí no tiene derechos, ni siquiera tiene el derecho a tener derechos. El pobre es pobre en todo. En Europa nos hemos inventado "otras pobrezas". La pobreza afectiva, de valores... todo es verdad, pero los pobres aquí simplemente no tienen nada, no tienen nidinero, ni afecto, ni valores. Hemos construido una imagen de los pobres (tal vez un poco para silenciarnos la conciencia), que vive sin grandes lujos, pero que es rica en valores, afecto, cosas que nuestra sociedad ha perdido a causa del consumismo. Es una gran mentira.

El pobre aquí no tiene una familia, no tiene quien se preocupan por ellos, no tiene la posibilidad de comer, de ser atendido, devivir con dignidad, no tiene afecto, no tiene simplemente nada de nada. La pobreza es una injusticia, pero sería aún más injusto querer embellecerla, para que no nos haga mal o no sea incómoda.

Una amiga mía me contaba de un misionero que le repetía el lema: no dar el pescado a los pobres, sino enseñarle a pescar. En realidad, le debes dar el pescado mientras le enseñas a pescar... pero aquí el pobre carece incluso del río o el lago donde pescar.

Finalmente pensé en las palabras que el nuevo Rector Mayor dijo cuando vino a visitarnos durante un par de días. A una pregunta sobre el Petén respondió que absolutamente no debemos abandonar el Petén, como cualquiera de las periferias donde están los pobres.

El testimonio completo y otros relatos misioneros están disponibles en el blog del misionero.

Publicado el 09/12/2014