(ANS – Roma) – Redescubrir la identidad y la vocación del salesiano coadjutor, encontrar la manera de actualizar su formación y vivir a plenitud los votos, inspirados en modelos de santidad como el del beato Stefano Sándor. Fueron estos los principales temas de la reunión de los salesianos coadjutores, celebrada en Budapest la semana pasada. Para hablarnos estuvo el Ecónomo General, el Sr. Jean Paul Muller.

¿Puede decirnos brevemente en qué consistió el encuentro?
El evento fue promovido por la Región Europa Norte, pero se convirtió en un encuentro abierto a los salesianos coadjutores de Europa. Nuestro análisis se centró en la vocación del coadjutor, a partir del modelo de Sándor, para llegar a pensar en el presente. En este sentido, fue muy útil el diálogo espontáneo que se desarrolló entre los coadjutores mayores, quienes experimentaron los regímenes totalitarios del siglo XX, y los jóvenes, con su entusiasmo.

¿Se observaron diferencias entre el coadjutor de ayer y de hoy?
Una vez la identidad del coadjutor se definía sobre todo profesionalmente: el coadjutor era el salesiano que trabajaba en la imprenta, en la carpintería... Pero a menudo se ha descuidado el aspecto de la evangelización, el ser un catequista y acompañante de los jóvenes. Hoy queremos recuperar estos aspectos, porque son centrales en la vocación del salesiano coadjutor. Y también precisar que su identidad no está necesariamente vinculada con el trabajo. Hoy en muchas realidades, el coadjutor ha cambiado los roles, entra en las relaciones con los gobiernos, los políticos, la Iglesia... Viniendo del mundo del trabajo, está familiarizado con la gente común y asume cada vez más un papel de "abogado".

Esto sin olvidar la profesionalidad, de hecho, es aún más importante que antes, sea para proporcionar las habilidades de trabajo útiles para los jóvenes, como para hacer lo más productivo posible los Centros de Formación Profesional.

¿Qué observaciones hizo el Consejero para la Formación?
Don Cereda reiteró lo que se ha escrito en la revisión de la Ratio, es decir, que incluso los coadjutores, antes de continuar la formación profesional, deben desempeñar un post-noviciado, con toda la Filosofía Espiritual. El objetivo es siempre el mismo: la Congregación se centra más en la calidad de ser religiosos, consagrados y miembros de una comunidad, y no sobre la sola profesión.

Y esto también se relaciona con el tema vocacional: donde hay buenos modelos de coadjutores, conscientes de su identidad, que viven plenamente su consagración específica, ahí también crecen las vocaciones.

¿Y usted qué dijo?
Mi intervención, inspirada en el discurso del Papa a los religiosos, fue sobre cómo vivir los votos hoy. La obediencia, para un coadjutor, significa disponibilidad: si para ir al encuentro de los jóvenes debo formarme en otras áreas, estoy disponible. Y del mismo modo, si la comunidad lo necesita, esto significa tomar responsabilidad. La reflexión sobre la castidad puede ser desarrollada. La nuestra es una castidad fecunda, por ello se concreta en el ser figuras paternas para los jóvenes, acompañarlos, ayudarles en su discernimiento... Y la pobreza no es solo por el dinero, sino todo lo que hacemos: ¿cómo tratamos y utilizamos nuestros bienes? El principio es el de la utilidad de los bienes para la misión.

Publicado el 24/10/2013