Se llegó a la final de un largo trabajo, iniciado en el año 1995 por el Postulador General del momento el padre Pasquale Liberatore con el inicio oficial de la causa. La petición diocesana fue inscrita en la Curia de Fréjus-Toulon, iniciando el 18 de marzo de 1995 y concluyendo el 2 de mayo del 2002. Después de la entrega de las actas a la Congregación de las Causas de los Santos, el padre Morand Wirth, Vice postulador desde el inicio de la causa, completó el trabajo de elaboración de la “Positio”, bajo la guía de los Relatores de la Causa, Mons. José Luis Gutiérrez y el padre Crisóforo Bove, O.F.M. Conv., y del entonces Postulador General padre Enrico dal Covolo.
Giuseppe Augusto Arribat nació el 17 de diciembre de 1879 en Trédou (Rouergue). La pobreza de la familia obligó al joven a iniciar la escuela media en el Oratorio salesiano de Marsiglia solamente a la edad de 18 años. Por la situación política de inicios del siglo, dio inicio a su vida salesiana en Italia y recibe la sotana de manos del Beato Don Miguel Rúa. Volviendo a Francia inició, como todos sus hermanos, su vida salesiana activa semi-clandestina, primero en Marsiglia y después en La Navarre.
Fue ordenado sacerdote en el año 1912. Llamado a empuñar las armas durante la primera guerra mundial, donde se desempeño también como enfermero. Terminada la guerra el padre Arribat continuó trabajando intensamente en La Navarre hasta el año 1926 después fue a Nizza donde estuvo hasta finales del 1931. En el año 1931 inicio su servicio como director de La Navarre y contemporáneamente fue encargado de la Parroquia de San Isidoro en el valle de Sauvebonne. Los parroquianos lo llamaron el “El Santo del Valle”.
Al final del tercer año fue enviado a Morges, en el cantón de Vaud, en Suiza. Recibió después tres mandatos sucesivos de seis años cada uno, primero a Millau, después a Villemur y al final en Thonon en la diócesis de Annecy. El periodo más lleno de peligros y de gracias fue probablemente en su encargo en Villemur durante la II Guerra mundial. Mirada abierta y sonriente, este hijo de Don Bosco no rechazaba a ninguno. Su condición física externa de extrema delgadez lo hacían semejante al Cure de Ars, su sonrisa y su dulzura eran de verdad de un salesiano. “Fue el hombre más espontáneo del mundo” dijo un testigo. Volviendo a La Navarre en el año 1953, el padre permaneció hasta la muerte acaecida el 19 de marzo de 1963.
Publicado el 29/10/2010