Brian Sarracino–Aguilera es un joven animador de la parroquia “Corpus Christi” de San Francisco. Este año, por primera vez, ha tomado parte del campo de verano que la comunidad organiza para los niños y los jóvenes que permanecen en la ciudad. En el campo de verano, que ha sido realmente casa, iglesia, escuela y patio para todos, ha podido experimentar plenamente el auténtico espíritu salesiano.
El campo de verano ha sido una casa donde los animadores y participantes se han ayudado los unos a los otros, y donde el afecto de los salesianos y de los responsables, afirma Brian, “ha sido restituido diez veces más por los muchachos”; ha sido una escuela donde cada uno ha aprendido a superar los propios límites y ha apreciar de manera divertida muchas cosas nuevas, como por ejemplo durante los laboratorios de “Ciencia y descubrimiento”; ha sido una iglesia, gracias a los numerosos momentos de oración que se hacían en cada jornada, de los “buenos días” a la oración del fin de jornada; y, claramente, ha sido un patio donde los grupos de muchachos, al inicio pocos, después cada vez más numerosos, han tomado parte de los cantos, de los bailes, de las competiciones deportivas, de las representaciones teatrales, de las exhibiciones musicales y de los paseos.
También Esther Vaquero, joven animadora española, en estados Unidos para una experiencia de voluntariado de un mes, mira su experiencia entre los jóvenes de “Campo Savio” de Bellflower como una experiencia inolvidable: “Campo Savio ha sido el lugar donde los adolescentes pueden entender que son verdaderamente, tienen la posibilidad de ayudar a los niños y demostrarles como se puede divertir de manera respetuosa y responsable”.
Esther narrar haber sentido un poco de temor apenas aterrizó en Estados unidos pero la experiencia de Campo Savio la ayudó a retomar el entusiasmo: El clima de alegría, de compartir, jugar y dialogar la hizo entrar en comunicación con todos. Animar los muchachos, además, la ayudado a orar más profundamente, a participar con mayor entusiasmo e intensidad a las celebraciones y en el comedor “renovando mi relación con Dios y comprendiendo más profundamente que rol tiene en mi vida”.
Habiendo experimentado concretamente la espiritualidad salesiana, Esther ahora ha hecho suya una frase, repetida cantidad de veces por Juan Carlos Montenegro, coordinador de la Pastoral Juvenil parroquial: “nosotros podemos hacer la diferencia en la vida de los muchachos”.
Publicado el 16/08/2010
