(ANS – Kathmandu) – Las imágenes de la población nepalí afectadas por el terremoto, «que ha sumergido – explicó sor Aquila Phawa – en la infelicidad a muchas personas», todavía están frescas en la memoria de todos. Las Hijas de María Auxiliadora se activaron inmediatamente en los trabajos de socorro en colaboración con los salesianos. «Estuvimos en las aldeas del interior –explicó –. Este acto de misericordia y de amor nos acercó más a la gente de Nepal y nos fue de estímulo para hacer más por los “pobres más pobres”».

«Muchos lo perdieron todo. La gente tiene urgente necesidad de refugio, de alimentación y de rehabilitación. Los niños no tienen escuelas a disposición» ha dicho la monja a “Vatican Insider”.

Las Salesianas llegaron a Nepal en 1997 y comenzaron inmediatamente a colaborar en la escuela de San Javier, de la que se ocupan los jesuitas en Jawalakhel. La presencia religiosa era y es vista como algo necesario. Y así, las monjas se pusieron a disposición con «razón y amor. Mientras los años pasaban, nos dimos cuenta –explicó– de que la falta de una buena educación y de un conocimiento en la formación especializada hacía vulnerables las vidas de muchas chicas en la sociedad».

Para favorecer la educación e involucrar en este proceso a las huérfanas y a las que viven en familias monoparentales lejos del centro económico y social del país, las religiosas salesianas compraron un terreno en Thecho, a media hora en coche de Kathmandú. Y allí, en 2004, comenzó sus actividades un hostal que aloja a 28 chicas cristianas y de otras confesiones y religiones. A su lado creció también un taller de costura en el que se ejercitan 15 jóvenes y madres que no pudieron concluir un ciclo escolar. En la actualidad y gracias a la formación, muchas de ellas son capaces de tener un trabajo autónomo. Por la tarde funciona un centro de educación para los niños más pobres.

Además del aspecto formativo, las salesianas están llamadas a la animación pastoral en la parroquia y a las visitas a las familias de los estudiantes en los diferentes pueblos y aldeas, porque «de esta manera conocemos cómo viven y las luchas que afrontan en la cotidianeidad».

La gente es sociable, está acostumbrada a vivir con sencillez y, sobre todo las mujeres, a trabajar duramente. «El progreso tecnológico y la ciencia –precisó sor Aquila– están cambiando la cotidianeidad de las personas. Los jóvenes son capturados y atrapados por los medios masivos de comunicación: imitan fácilmente el estilo de vida occidental que está produciendo desigualdad».

El país hoy tiene ante sí «un largo camino para llegar a escribir un futuro mejor». En este contexto y en una nación que se ha abierto a otras religiones, «hay mucho espacio para la evangelización y el anuncio del Evangelio» concluye sr Phawa.

La presencia de las FMA y religiosos que se ocupan de la valorización de la situación de la mujer en el país es más necesario que nunca, como lo demuestra la reciente operación policial que llevó a la detención de una gran banda de traficantes que traficaba con mujeres nepalíes en los países occidentales . En su reciente viaje a Europa, el P. George Menamparampil, SDB, ha planteado a los superiores de la Congregación y entidades extranjeras la oportunidad de desarrollar programas específicos para la formación de la mujer.