(ANS – Maseru) – Los jóvenes que frecuentan las presencias salesianas en Maseru, Lesotho, lo han escrito en un sencillo papel de carta, con la sencillez y la inmediatez de quien es consciente de que está afirmando algo que debería ser normal: el NO a la xenofobia. A pesar de ello, todo lo que ellos han expresado de manera tan cándida, parece haberse olvidado hoy de alguna manera en el mundo entero.
por Gian Francesco Romano
No se trata de idealismo y de buenos propósitos: los jóvenes de Maseru saben muy bien de qué están hablando, porque desde algunas semanas, la vecina Sudáfrica – la nación del arco iris, que ha vivido en propia carne la vergüenza del apartheid –se encuentra perturbada por violencias y desencuentros que tienen como protagonistas a jóvenes surafricanos empeñados en atacar a las minorías inmigrantes presentes en el país. Solo en las últimas semanas, en ataques contra loa inmigrados en Durban y en los suburbios de Johannesburgo, 6 personas han resultada muertas.
Con frecuencia se ven afectados comercios y actividades comerciales de extranjeros, en cuanto símbolos del extranjero que nos “roba el trabajo”. Muchos inmigrantes de los países vecinos, como Zimbabwe, Mozambique, Malawi y Lesotho, se han visto obligados a requerir la protección de la policía y son ya miles los que se están repatriando, también a invitación de sus respectivos gobiernos. “Nos perseguían como a perros”, nos han contado algunos malawanianos que escapaban de la violencia.
Según el Centro de emigraciones africanas de la Universidad de Witwatersrand, desde 2008 en el país han sido más de 350 los extranjeros muertos y en la mayoría de los casos estos crímenes han quedado impunes.
Pero la xenofobia en estos días aparece evidente mucho más en el norte, por encima del continente africano, donde la Unión Europea y los diversos países del Viejo Continente, a pesar de declaraciones y encuentros, parecen decididos a mirar de resolver la emergencia de los emigrantes precisamente actuando a través de un bloqueo naval: destrucción de los pontones antes de hacerse a la mar, mayor inversión y despliegue de recursos en las patrullas que defienden las costas…
Pero el problema de la acogida a los que huyen de países en guerra o en condiciones humanitarias extremas queda sin resolver, y los hay que han hecho ya saber que no están dispuestos a hacer más en lo que se refiere a la acogida efectiva de los emigrantes.
“¡Siento vergüenza más que indignación! Me cubro la cara de vergüenza. Europa está traicionando totalmente su historia, su cultura, la acogida y la hospitalidad han sido siempre grandes valores del Mediterráneo”, ha declarado ayer Enzo Bianchi, Prior de la Comunidad de Bose, a Radio Vaticana.
Publicado el 24/04/2015