(ANS – Freetown) – La Sierra Leona es uno de los tres paises del África occidental en los cuales el Ébola ha golpea más fuertemente. El salesiano Coadjutor  Lothar Wagner trabaja en Freetown, la capital de la Sierra Leona como director de la organización Don Bosco Famul y cada dia se confronta con los horrores que deja esta enfermedad en las personas. Publicamos aquí la primera parte de la entrevista hecha a él por la revista “Político”

Sr. Lothar, ¿Cómo vive, en Sierra Leona, la actual situación?

Respecto a la ayuda política intenacional, resulta frustrante. Habríamos podido evitar este calvario si el Occidente hubiera reaccionado inmediatamente en la forma más adecuada. Hasta ahora en el país hay sólo médicos y expertos en epidemias que vienen de China y de Cuba, y al menos ellos nos dan mucha esperanza. La gente está golpeada y sumamente asustada. Los enfermos y los casos viene estigmatizados.

¿Cómo ha evolucionado la situación en los últimos meses?

Al inicio ha estado cautamente desvalorizada, es decir no se ha tomado muy en cuenta y después imperdonablemnete ignorada. Se daban ritos de brujería tradicionales y acusas de naturaleza política. Todo esto ha llevado a un desánimo depresivo que se cierne sobre la población. Ahora esperamos que con la ayuda internacional podremos vencer la batalla contra la epidemia y así volver a iniciar la vida normal.

¿Cuál es, en general, el estado de ánimo del País?

Depende de cada lugar. He regresado de Porto Loko donde he podido visitar un Orfanatorio. Me han puesto en cuarentena debido al hecho de que el responsable ha estado en el funeral de una víctima del Ébola. 39 niños trabajadores han sido abandonados a sí mismos. En particular en las zonas rurales prevalece la estigmatización, el miedo y una grande creencia en la brujería. La gente cree que las personas enfermas vienen castigadas por sus malas acciones. En la capital, en Freetown la población está más informada sobre la situación de la epidemia. Sin embargo el miedo prevalece también ahí – dentro y en el entorno de la ciudad todos están en alerta. “Ningún contacto corporal” es la aclamación que se escucha frecuentemente por las calles de la ciudad.

¿Quién sufre más en esta epidemia?

En primer lugar, los mismos enfermos, naturalmente. Pero después, también todos los sospechosos de estos casos, las personas que se les pone en cuarentena. De todas formas, a todos estos grupos la población en general las mira con hostilidad. Quien entra en cuarentena, se ve limitado en la ayuda de poco alimento y de otras ayudas importantes. Gracias a nuestro servicio en línea telefónica de atención a los menores y a los centros de acogida, nosotros, del Don Bosco Famul estamos en contacto directo con niños y jóvenes y percibimos sus carencias y dificultades. Haciendo esto, estamos llegando a hacer lo que tenemos que hacer entre ellos. Quienes más sufren son los niños que han visto a sus padres morir y también los jóvenes y las jóvenes que han sido infectados y que habiendo sido curados, vienen marginados de sus familias. Y después están, naturalmente, quienes ayudan. Deben ser extremadamente cuidadosos con todas las medidas de seguridad de tal forma que ellos mismos no se vuelvan a contaminar con el virus.

¿Cómo se desarrolla una jornada en su vida?

Particularmente importante resulta para mí la meditación de media hora por la mañana – Dios y Yo solos. Es algo muy intenso y me da la fuerza necesaria para todo el día. He puesto todo bajo la protección de María Auxiliadora de los Cristianos. Esto no es romanticismo social, sino ayuda concreta y salvación en estos momentos difíciles. Muchas oraciones rápidas y frecuentes  durante el día sustiuyen la Liturgia de las Horas. Porque además tengo la responsabilidad de todas las medidas de seguridad en nuestras casas; de los contactos con el gobierno y de nuestros contactos en la gestión de los proyectos. Y finalmente, el intervenir en esta situación de crisis es parte de mis deberes diarios.

Publicado el 21/10/2014