(ANS – Alepo) – Casi cuatro años después del estallido de la guerra, la situación en Alepo sigue siendo motivo de grave inseguridad e inestabilidad. Los salesianos presentes son cuatro - tres sacerdotes y un diácono que se está preparando para el sacerdocio - y un prenovicio.
Por P Munir El Rai, SDB,
Inspector de Medio Oriente
Llevamos adelante nuestras actividades regulares, o sea: catecismo, asociaciones, encuentros educativos para los universitarios, deportivos, juegos... Cada viernes asisten a los encuentros de catequesis cerca de 300 niños y niñas, de primaria y secundaria. Últimamente han aumentado por varias razones. Una es que el área de nuestro oratorio hasta ahora ha sido bastante segura en comparación con otros centros juveniles parroquiales. Esto no omite el hecho de que el 18 de febrero fue alcanzado por cinco disparos de mortero, tres de los cuales han caído a menos de 50 metros de la escuela, matando a nueve civiles - incluyendo 4 estudiantes – y dejando más de 35 heridos. Decimos esto para señalar que todos los ciudadanos de Alepo están bajo los objetivos del fuego y no se puede decir que exista una zona segura o lejana a la guerra.
En los últimos tres meses hemos tratado de vivir todos los eventos importantes como se debe, pero como se puede. Así, hemos celebrado la Navidad con la Eucaristía, pero no en la noche, sino a las 17:00, debido a la inseguridad. El 31 de enero, celebramos a Don Bosco con una Misa con todo el clero de la ciudad (90 personas) también ortodoxos y protestantes; y al día siguiente, 1° de febrero, celebramos con nuestros oratorianos, sus padres y varios miembros de la Familia Salesiana: más de 1.200 personas.
Aún continuamos la ayuda a los jóvenes, a los niños y a las familias necesitadas, con la distribución de alimentos, ayudas económicas y becas, un servicio que llega a muchas familias.
La emigración está en continuo crecimiento; es evidente la falta de jóvenes entre 20 y 30 años. Ellos salen del país en busca de un trabajo, una vida digna y segura. Es un hecho muy triste, porque un país no puede crecer sin la presencia de los jóvenes.
Con todas estas dificultades, podría parecer que nuestra esperanza se está acabando. Pero los jóvenes que se quedan continúan sus vidas con mucha fuerza, coraje y voluntad de vivir. Continúan asistiendo a la universidad, a estudiar, llegan al oratorio, ayudando en las diversas actividades. Así que, su presencia nos da coraje y fuerza para seguir adelante.
Les pedimos permanecer cercanos en la oración. Tenemos plena confianza en la fuerza de la oración.
(Traducción de Andrés Felipe Loaiza, SDB)
Publicado el 02/03/2015