(ANS – Kenitra) – La escuela salesiana de Kenitra, en Marruecos, ofrece a sus alumnos una educación de formación integral,  sin tener en cuenta las diferencias de credo religioso. Hace un mes que trabaja en la obra el padre Isidore Mbokolo, quien partió con la 142ª Expedición  Misionera, para dar su aporte a los jóvenes a través de la amistad y la confianza.

En Kentira el padre Mbokolo, originario de República  Democrática del Congo, inició su trabajo con dos salesianos presentes para y con los jóvenes de la Escuela de Formación Profesional en Electricidad (JUK SPEL). La obra de una gran fama: “Nuestra obra es conocida y apreciada por la seriedad del trabajo, la educación bilingüe franco-árabe y sus proyectos educativos”;  pero el objetivo de la comunidad es ambicioso: “preparar una vía para aquellos que vendrán después, con el fin que encuentren una población amiga y confiada” reporta el padre  Mbokolo.

Para, hacerlo en un país oficialmente musulmán, donde el cristianismo es admitido pero no es posible hacer evangelización explícita, es fundamental crear relaciones de amistad y de fraternidad: “debemos hacernos aceptar de los musulmanes, convertirnos para ellos en amigos seguros, a quienes se acude en el momento de la duda o la dificultad, la sabiduría y la justicia en quien apoyarse. Sólo una vez que hayamos logrado ese fin podemos hacer el bien a sus almas”.

Prosigue el misionero: “Nuestro primer deber es inspirar confianza absoluta, como algo genuino en la rectitud de nuestro carácter. Generar una buena educación de las en las escuelas de Don Bosco, dar una idea de nuestra religión a través de nuestra gentileza y nuestra virtud, crear relaciones afectuosas cuánto más posibles con los musulmanes o cristianos, poblaciones locales o franceses”.
 
Como modelo inspirador de su misión eligió al beato Charles de Foucauld y, naturalmente, Don Bosco. Así desea, que para la obra de di Kenitra valga el augurio que Charles de Foucauld hacía para su fraternidad: “Que todos sepan en todas las dimensiones qué es una casa de Dios, donde todos los pobres, todos los huéspedes, todos los enfermos están invitados, están llamados, son deseados con felicidad y gratitud por sus hermanos, que la man y la cuidan, y que ven ellos su llegada bajo el mismo techo de un tesoro: y ellos son verdaderamente el tesoro de los tesoros: Jesucristo”.

De Don Bosco el misionero aprende, como declinar el amor. “Es la bondad que se manifiesta en el slogan de la Congregación “Da mihi animas cetera tolle” y en la frase “Basta que seáis jóvenes para que os ame”.

Publicado el 27/10/2011