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(ANS – Barahona) - Manuel Rupérez, joven voluntario español de `Jóvenes y Desarrollo`, que desde hace 4 meses trabaja en la República Dominicana, ofrece un testimonio a raíz del terremoto que el 12 de enero ha golpeado  a Haití. Es Exalumno del Istituto Salesiano de Atocha (Madrid) y trabaja en Barahona, en la República Dominicana.
 
“Sin ningún mérito personal, ha querido la Providencia que mi trabajo y mi presencia resulten de utilidad, ya que ahora el mundo tiene sus ojos puestos en Haití y en cuantos vivimos de cerca aquella realidad. Digo sin mérito personal porque no he resultado directamente afectado, ni trabajo directamente sobre el terreno. Sin embargo, es cierto que la proximidad geográfica y de fraternidad de la comunidad salesiana de Barahona con los salesianos de Port-au-Prince me permite ser testigo de algunos acontecimientos y de algunas respuestas.
 
Como voluntario de Jóvenes y Desarrollo participo en las actividades de la ONG local Fundación Sur Joven, que trabaja en favor de los jóvenes de los barrios más pobres de Barahona.Tratamos de promover el compromiso social y pastoral de los adolescentes y reforzar su formación escolar y profesional. Intento ayudar al personal en el fortalecimiento institucional de la organización y además, colaboro como animador en uno de los tres oratorios de la parroquia.
 
En el trabajo diario hay enormes dificultades para cumplir con esos objetivos indicados en el proyecto. Diariamente hay que motivar la participación, reforzar la autoestima y buscar la manera de que una pobre educación y una precariedad material no obstaculicen el desarrollo integral de los niños y adolescentes.

En cuanto a nuestra participación en las labores de ayuda al pueblo haitiano, quiero recalcar la excelente labor que el pueblo dominicano está realizando, poco reconocida en los medios internacionales. La Inspectoría de las Antillas, desde Santo Domingo, y comunidades como La Vega o Barahona, apoyan continuamente a los salesianos de Port-au-Prince.

Hemos buscado varios puntos de recolección, hemos acompañado a otras delegaciones inspectoriales en los viajes a Haití y hemos servido de punto de encuentro o de parada para otros salesianos que deseaban llegar o regresar a Haití. Por todo esto, me siento muy feliz de compartir fatigas y alegrías con los cuatro salesianos que forman la comunidad de Barahona

Pienso en la vida que, por unos meses, he dejado atrás en Madrid. Mi experiencia como voluntario en Barahona habrá alcanzado los objetivos que nos propusimos en Jóvenes y Desarrollo si además de ser una oportunidad de crecimiento personal, se multiuplican  en mi ambiente  y dan un giro a mi orientación profesional y –aún más- al vocacional.

Concluyo con una pequeña reflexión que es una invitación a la esperanza que nosotros sentimos aquí con fuerza. La reconstrucción de Port-au-Prince  será una labor de muchos años y me consta que los salesianos en España van a tener un papel muy importante. Nos hará falta conservar por varios años  el espíritu de solidaridad y de compromiso con el pueblo haitiano,  pero no puede hacerse con lástima o desde la impotencia. La verdadera compasión, para generar una solidaridad efectiva, tiene que tener por horizonte la esperanza, ésa que encarna Cristo Resucitado abriendo sus brazos al mundo”.

Publicado el 22/02/2010